viernes, 31 de enero de 2014

4º Entreno de Apuko Igoera, con susto incluído, junto a Pablo San Juan y Raúl Domingo. (29/1/2014)

La carrera Apuko Igoera se va acercando inexorablemente y yo me sigo poniendo las pilas para hacer un poco de fondo e ir sumando kilómetros a mis piernas para el día 16 de febrero.

Hoy he vuelto al circuito de la carrera acompañada de mi estimado amigo Pablo San Juan y de un colega suyo de toda la vida que ha venido exclusivamente de Burgos para reencontrarse con su amigo y hacer él también el entreno.

Yo, como siempre, me apunto a una batalla más con el barro y me he unido a ellos para dicho entreno.  

Hemos empezado el entreno con una foto previa de los tres en Zaramillo y con el monte Apuko al fondo vigilándonos.  
Pablo poniendo en marcha su reloj Sunnto Ambit 2.
Foto previa al entreno de hoy.


Pablo y Raúl hoy estrenaban zapatillas nuevas los dos. Unas Innov todas sicodélicas que no pasaban desapercibidas por sus colores, la verdad, jajajaja....  Así que estaban como dos chiquillos con zapatillas nuevas, jajaja...  Deseando estrenarlas y ponerlas a prueba en el recorrido que prometía barro a raudales y zonas pedregosas con gran peligro de resbalones.

A eso de las dos de la tarde pasadas, hemos empezado el entreno saliendo de la zona habitual de salida de la carrera con buen ánimo y con ganas de monte y barro,  jajajaja....

La lluvia incesante, nos ha acompañado prácticamente en todo el recorrido y nos ha remojado al 100% sí o sí, jajaja...

Los primeros kilómetros en subida constante por la pista hormigonada han sido como siempre, caóticos y han hecho que de vez en cuando los afrontáramos caminando en vez de corriendo, pensando en todo lo que quedaba por delante y que la lluvia no nos iba a ayudar mucho en cuanto al ritmo a llevar.
Raúl y Pablo, subiendo a buen ritmo los primeros kilómetros de pista hormigonada.
Íbamos muy a gusto con todo el monte para nosotros solos y de vez en cuando, alguna foto hemos sacado para tener de recuerdo.
Paradita para hacer foto para el recuerdo.
¡¡Yo no me iba a quedar sin hacerme una foto con este paisaje y compañero!! jajaja...
Otra foto más con este nuevo amigo que he tenido el gusto de conocer, Raúl.
Ha habido momento para todo, para charlar, ver el paisaje que de ciento en viento se dejaba ver en alguna zona clareada, echar risas, muy guay todo.

Lo bueno de ir detrás de mis compañeros era poder sacarles esta foto por ejemplo.
¡¡¡Fotaza con el cortafuegos del Eretza al fondo y cayendo agua-nieve!!!
Yo, para no variar iba por detrás de Pablo y Raúl ya que la zancada mía no tiene nada que ver con la de ellos, pero cada cierto tiempo paraban un poco o se ponían a andar para que yo les diera caza y ponerme a su par, jajaja....  ¡¡¡Todo un detalle!!!   Pero la realidad es que al de poco de empezar a correr monte a través, me vuelvo a quedar un poco descolgada y al final decido decirles que no se preocupen por mí, que tirasen para adelante sin problemas que no me iba a perder porque estaba todo bien marcado y ya siendo la cuarta vez que entrenaba por allí, lo tenía bastante claro que no me iba a perder.  ¡¡¡Craso error!!!

Pues fue decir ésto, y al de una media hora, voy y me pierdo.  ¡¡¡¡Síííííí!!!!   Has leído bien, jajajaja..... 

Resulta que cuando ya habíamos hecho más de la mitad del recorrido, aproximadamente 15,9 km. iba bastante descolgada y había perdido la referencia visual con Pablo y Raúl y claro, yo iba tranquila porque confiaba en las marcas puestas por la organización de la carrera y en que ya había entrenado por el circuito 3 veces anteriormente con lo que todo se me hacía conocido y reconocible, así que no veía problema en haberles perdido de vista a mis compañeros.  Es más, estaba segura que en poco tiempo me volvería a encontrar con ellos como en los kilómetros anteriores, cuando parasen a esperarme.

¡¡¡Pues nada más lejos de la realidad!!! jajajaja.... Y no por culpa de ellos, eh?  Sino por mi poquísima pericia en fijarme en las marcas y errar en la dirección a coger.   La cuestión es que llegué a un punto en el cual había varios caminos o sendas que se cruzaban y me quedé mirando detenidamente para buscar las marcas rojas y que me diesen la pista a seguir.  Pero no lo vi claro porque estaban parcialmente borradas y no sabía si lo que veía era una cruz, indicándome que no siguiera por allí, o una flecha que me indicaba que seguiría adelante.   No lo tenía nada claro, la verdad.  Entonces busqué con la mirada más allá de estas marcas y vi un punto rojo en un poste indicador de sendas y me dije: "Por fin lo tengo claro, para allá que voy". 

Me pongo a correr con el convencimiento de que había cogido el camino correcto y era una pista forestal totalmente rodeada de pinos por la cual se transitaba fenomenalmente.   Iba mirando a lo lejos a ver si les veía a Raúl y Pablo mientras no paraba de correr porque me estaba dando cuenta de que me había distanciado esta vez demasiado de ellos.  A la vez, iba mirando para los lados y hacia el suelo para intentar buscar alguna marca roja más que me confirmara que estaba en la senda correcta y la verdad es que sólo vi una pequeña pintada en el tronco de un pino, pero que no era ni flecha ni aspa, así que pensé que realmente tampoco hacía falta que hubiese marcas por allí ya que era el único camino posible a seguir.

Continué andando y corriendo pero la lluvia arreció y el silbido del viento hacía que todos los pinos que me rodeaban gimiesen con sus ramas y me entrara un poco de angustia.  Al final, cuando ya había pasado más de un kilómetro sin tener la seguridad de estar en el camino correcto, decido dar la vuelta en busca del punto en el que me había desviado y con la necesidad de encontrarme con mis compañeros que seguro que lo estarían pasando mal a causa de mi extravío. Le mandé un wassap a Pablo, pero enseguida me acordé de que dejó el móvil en su coche, con lo cual no servía de nada mi intento de localizarlo.

El cuerpo se me había quedado completamente helado de frío a causa de la lluvia caída sobre mí y que con la compañía del viento hizo que la sensación fuer mucho peor.  Pero decido volver a correr, para ver si entraba en calor y con el único propósito de volver a encontrarme con Pablo y Raúl.  

Mientras volvía sobre mis pasos, me acordé de que llevaba un silbato de emergencias que siempre llevo cuando estoy en el monte y sin pensarlo dos veces, empecé a silbar con él para intentar buscar respuesta de mis compañeros de entreno.  Soplé con mucha fuerza, tanta que casi me quedo sorda yo por la estrepitosidad del ruído.  

Cuando volví a soplar fuertemente el silbato por segunda vez, entonces oí gritos a lo lejos que intuía que eran de Pablo y Raúl llamándome a "grito pelado" y yo volví a silbar y les grité que sí que era yo, que ya iba, que me esperasen.  Aceleré el paso para llegar a donde estaban ellos y por fin tras unos momentos de angustia, volvimos a reencontrarnos los tres.   ¡¡¡Qué gran alivio, por Dios!!!  Raúl, me preguntaba a ver qué me había pasado y Pablo me miró con una cara como diciendo "menudo susto nos has dado maja" pero en ese momento, no sé si por los nervios o porque todos estábamos helados, reiniciamos la marcha al trote para dirigirnos hacia la parte final del recorrido con la intención de hacer cima en Apuko.

Mientras avanzábamos, nos íbamos mirando como diciendo "madre mía qué susto".   Más adelante Pablo se rezagó un poco para ponerse a mi par y poniéndome un brazo sobre el hombro, preguntarme si estaba bien. Y yo le dije que sí, que no se preocupase.  Que todo había sido culpa mía por despistarme de ellos.  Y es que eso es realmente lo que pensaba.  Pero le vi un poco agobiado y con el miedo metido en el cuerpo aún, y yo le quise quitar un poco de hierro al asunto, diciéndolo que ya sabía lo que tenía que hacer si quería disfrutar de un entreno en condiciones, jajaja.... No avisarme.   Y él estupefacto me miró y me dijo con la cabeza como que no.

Cuando llegamos a la base del Apuko, y viendo que el tiempo arreciaba a empeorar por momentos, decidimos no hacer cima porque teníamos las piernas duras del frío y del agua que nos había inundado todos nuestros cuerpos hasta los huesos.

Continuamos nuestro últimos kilómetros hasta llegar al pueblo de Zaramillo y dar por finalizado el entreno con susto de hoy.

Cambiarnos de ropa a todo correr para no coger una neumonía y luego a un bar a tomar algo calentito como unos caldos y un café con algo de comer y después despedida de Raúl y Pablo y yo hacia Bilbao.

Foto final del 4º entreno de Apuko Igoera.
Una cosa tengo clara.  Y es que una no se puede confiar en el monte aunque crea que domina el terreno y lo conoce.  Así que la próxima vez tendré que tener más cuidado y estar más atenta.

Aún así, el entreno ha merecido la pena del todo por la buena compañía con la que he ido.   Gracias Pablo y Raúl por vuestra grata compañía y perdón por haberos dado tal susto con mi pérdida en el monte.

  http://connect.garmin.com/activity/437554691

No hay comentarios:

Publicar un comentario