viernes, 21 de febrero de 2014

VII APUKO IGOERA (PRIMERA CARRERA DE MONTAÑA DE LA TEMPORADA) 16/2/2014

Han pasado ya 5 días desde mi última participación en una carrera, en este caso de montaña.  Tras haber entrenado en 5 ocasiones el recorrido de la carrera Apuko Igoera que se celebra en el pueblo de Zaramillo (Bizkaia), llegó el gran día.  

He de decir que a esta carrera, a la que me apunté con gran ilusión y animada por mi amigo Pablo San Juan, no fui con la moral precísamente alta, dado que dos semanas antes de la cita deportiva, mis problemas de rodillas se agravaron de manera significativa.  Así que no las tenía todas conmigo de poder participar y disfrutar de algo que desde hace unos años he tenido el anhelo de hacer.  Correr por el monte.

La cuestión es que una vez llegado el día, no me desperté con las "cuscurrillas" en la tripa y con las ganas que habitualmente me levanto en días de carrera.   Sólo pensaba en cómo me responderían mis rodillas y mi recién descubierto vasto interno de la pierna izquierda que 3 días antes me empezó a pinchar sin más ni más y repentinamente.

Desayuné como un día normal, y cuando acabé me di cuenta de que no había sacado una foto de dicho momento, lo cual me dio una pista más de lo baja que tenía la moral para afrontar la carrera que en pocas horas se me venía encima.  No tenía ganas de nada.   

Una vez acabé de desayunar, con paso parsimonioso me dispuse a vestirme con la ropa que había dejado preparada el día anterior.  Una vez vestida, me volví a percatar de que tampoco había hecho una foto del equipaje que iba a llevar a la carrera para compartirlo con mis amigos en el facebook.  Esto quería decir algo.  Que intuía que hoy no iba a ser un buen día y que iba a sufrir como un perrillo desvalido en la carrera.

A las 8:30 me despedí de mi marido y cogí el coche para llegar aproximadamente a las 9:00 horas a Zaramillo.   Conduje despacio y tranquila mientras iba pensando en cómo afrontar la carrera, sabiendo ya, bastante al detalle cómo era el recorrido y dónde podría apretar y dónde aflojar según las sensaciones que tuviese sobre la marcha.

Una vez llegué al pueblo, "alma mater" de la organización de la carrera Apuko Igoera, me dirigí hacia la zona de aparcamientos y seguí las indicaciones de los voluntarios hasta encontrar un sitio adecuado para aparcar.

Llevaba una tarta de arroz con chocolate para repartir entre mis amigos del facebook  y compañeros del club al que pertenezco con mucho orgullo desde este año, el Ertza Mendi Kluba Miribillako Otsoak, ya que días antes colgué una foto de una tarta igual que había hecho para otra ocasión y fueron muchos los que hicieron comentarios sobre las ganas que tenían de probarla.  Así que al final decidí hacerla y llevarla.

Salí del coche y vestida con ropa de calle pero de sport, subí al pueblo a buscar mi dorsal y a entregar una bolsa de tapones para una causa solidaria. Allí me crucé con varios amigos del facebook a los que saludé pero con los que no mantuve mucha conversación porque la verdad es que no tenía muchas ganas.  Dí algunas vueltas por la zona de salida-meta para ver el ambiente y pude comprobar de que todo estaba ya muy bien organizado desde primeras horas de la mañana.  Allí había mucho meneo de voluntarios, Protección Civil, organizadores, etc.
En busca de mi dorsal.
Una vez con mi dorsal en la mano y mi "bolsa del corredor", obsequio que nos dan a todos los participante de la carrera y que tenía bonitos y buenos regalos, fuí a dejar los tapones en la consigna donde recogían las mochilas de los corredores y me volví para el coche a dejarlos y por el camino me encontré con más amigos a los que saludé y con alguno hablé algo más de rato, aunque no tenía yo el cuerpo para muchas chácharas. 
Pocos tapones pude entregar, pero ¡¡menos da una piedra!!
Poco a poco fueron apareciendo miembros de mi equipo, todos muy bien conjuntados con la camiseta oficial del club, e iban acercándose a mí para saludarme y abrazarme.  Pero al ver que yo no reaccionaba con la alegría que me suele caracterizar en los momentos previos a las carreras, se quedaron extrañados y me preguntaron a ver qué me pasaba.  Yo les dije que no las tenía todas conmigo de que fuese a disfrutar de la carrera.  Mas bien pensaba que iba a sufrir mucho porque iba muy tocada de las rodillas y con pinchazos en mi pierna izquierda.  A lo cual, ellos me quisieron animar diciéndome que eso eran los nervios previos a la carrera y que en cuanto empezase a correr se me pasarían todos los males.  Yo asentía con la cabeza pero en mi interior estaba convencida de todo lo contrario precisamente.
Con Sandra, Aitor, Marta y el peque de Sandra.
Total, que poco a poco se fue acercando el momento del inicio de la carrera y yo seguía sin inmutarme a penas,  sólo veía el ir y venir de la gente con ganas de empezar. Conseguí saludar a dos amigos porque los vi venir de frente a mí, pero a los que había a mi alrededor, era como si no los viese. Iba tan absorta en mis pensamientos que en algún caso, pasando junto a gente que conocía y que podía reconocer de otras carreras en las que habíamos coincidido, me las pasaba prácticamente de largo e incluso algunos me tuvieron que llamar por mi nombre o agarrarme del brazo para que me parase a saludarlos.  Estaba como "zombi". Era como si viese todo a través de una cortina traslúcida que me impedía distinguir con claridad y definición "todo lo que allí se estaba cociendo". 
Foto obligada en el photocall de la carrera Apuko Igoera.
A todo esto, algunas fotos sí que me saqué, la verdad.  Sobre todo con los componentes de mi equipo, a las que accedía porque aunque no tenía el cuerpo para alegrías, sabía que pasados unos días me gustaría mucho verme en fotos de los momentos previos a la carrera, durante la misma y al finalizar ésta.  Así que para eso no puse pega alguna.
Primera foto de los primeros Otsoak de Miribilla en Zaramillo.
A falta de 10 minutos, nos llaman a todos los corredores y corredoras por megafonía para que nos acercásemos al arco de salida.  
Equipazo del que estoy muy orgullosa. "Ertza Mendi Kluba Miribillako Otsoak".
Nos apelotonamos todos y el gran maestro y speaker "Depa" anima el "cotarro" para que todos nos pusiésemos en órbita antes de comenzar la carrera.  Luego, Martín, una de las cabezas de la organización cita unas palabras y hace referencia a la iniciativa de este año dedicar un tratamiento especial a la "mujer deportista y madre" que tantos sacrificios tiene que hacer para conseguir competir y a la vez ejercer de madre.  Entonces dijo en voz alta que este año la mujer se merecía encabezar el pelotón de salida de la carrera, así que nos mandó a todas ir hacia delante para ponernos en primera línea de salida y todas fuimos muy contentas y alegres a buscar un hueco, jajajaja....  Yo creo que ahí fue cuando desperté de mi turbio mundo de pensamientos negativos y me puse las pilas.   Hasta nos sacaron un vídeo a todas las chicas que allí estábamos dispuestas a salir en carrera.  Unos segundos más tarde, tras unas fotos de la organización, "Depa" y Martín hicieron la cuenta atrás desde el 10 a grito pelado.
Momentazo previo a la salida. De repente me dio el subidón, jajaja...
Diez.....(Empecé a comprobar si mi reloj Garmin había cogído satélite GPS); Nueve.....(Miré hacia los lados para creerme que estaba allí con grandes corredoras, entre ellas Sandra Sevillano y Leire Martínez, compañeras del club y otras más que ya habían hecho pódium en aquella carrera); Ocho.....(Me miro el dorsal para ver si lo llevo bien puesto); Siete.....(Empiezan a subirme las pulsaciones y pienso: ¡¡bien, esto ya es más lógico!!); Séis.....(¿las gafas? ¿dónde tengo las gafas? ¡¡¡¡Aaaaahhhh, si las llevo puestas, qué boba!!!!, jajajaja....); Cinco....(¡¡¡Qué calor tengo en el cuello!!!  ¡¡Pero si tengo el buf aquí enroscado!!); Cuatro....(Ya no hay vuelta atrás. Hay que salir pitando para que no me atropellen mis perseguidores); Tres....(vuelvo a mirar mi reloj-pulsómetro y pongo el dedo en el botón de "star"); Dos....("Virgencita, virgencita que me quede como estoy y no me haga más avería de lo que ya tengo"); Uno....(A correr se ha dicho.  Pulso el botón de inicio del cronómetro.)

El comienzo de la carrera, como no podía ser de otra manera, empezó a un ritmo muy fuerte con todas las energías repletas en los cuerpos ansiosos de los corredores, así que tuve que apretar bastante la zancada para que no me pisaran o por lo menos para que no me atropellaran, jajaja....  Pero teniendo en cuenta que sabía cómo empezaba de dura la carrera, intenté marcarme un ritmo uniforme de subida sin apretar para no quemarme desde el principio, sabiendo que quedaban por delante 24 kilómetros de trayecto y  1100 metros de desnivel positivo, con un perfil digno de una carrera dura como lo era ésta.
Perfil de la carrera.
Una vez pasada una zona de casitas del pueblo encaramos la pista de hormigón que en constante subida nos llevará durante 3,4 km aproximadamente hasta un punto donde ya se toma terreno natural.
Subiendo la dura pista de hormigón y dosificando el esfuerzo al máximo posible.

Mientras subía concentrada en mi ritmo, respiración y pisada, me iban pasando cantidad de corredores que al reconocerme me saludaban y yo casi sin levantar la mirada del suelo les saludaba con la mano pero sin decirles nada porque sé que si me pongo a hablar se me va la fuerza por la boca y eso hace que me suban mucho las pulsaciones y que baje mi ritmo de carrera.   Hasta que llegó mi amigo y compañero del club Pablo San Juan y se puso a mi lado y marcándome el paso y haciéndome una señal con las manos en paralelo como queriéndome decir "céntrate en la carrera y olvídate de todo lo demás" a lo que yo levanté la cabeza, le miré, le sonreí y asentí con la cabeza.  Después se alejó entre la multitud de corredores a un ritmo muy bueno, la verdad, por lo que me alegré mucho por él.

El dicho aquél de que "la cuesta, cuesta" es más verdad que el aire que respiraba en aquél momento, jajajaja.... ¡¡Qué sudada llevaba ya encima!!  y no habíamos hecho más que empezar la carrera, jajaja.... ¡¡Cómo sería la concentración que llevaba que pasé rozando a Oihana Kortazar y su marido Jon, que habían ido a ver la carrera y que estaban en un lateral del camino y a ella ni la vi, jajaja.... Pero más adelante cuando levanté un poco la cabeza y le vi a su marido, le saludé y enseguida me dio tiempo de girar la cabeza para atrás y darle un grito a Oihana para saludarla, ya que creo que ella tampoco me reconoció entre toda la multitud.  Entonces ella al oir gritar su nombre miró y al verme me grito: "¡¡¡aupa Yolanda!!!", con lo cual me dio un plus de moral, jajaja....

Poco después había un avituallamiento de líquido y mi amigo Jose Miguel Corcuera me ofreció un vaso de agua a la vez que corría al lado mío animándome.  Bebí como pude un sorbo y le dí las gracias y seguí corriendo casi sin ver porque el sudor se me empezaba a meter en los ojos y me escocía un montón, jajaja.... ¡¡Tengo que dejar de tomar tanta sal en la comida!! jajajaja....

Seguía avanzando por el repecho de hormigón cuando al de poco apareció otro amigo mío y miembro del club al que pertenezco, Aitor Fernandez, quién al igual que Pablo, se puso a mi lado y me preguntó a ver qué tal iba y yo le dije que bien mientras seguía corriendo a pasitos pequeños pero sin parar ni un momento para ir andando, cosa que veía que hacían algunos de los corredores.  Entonces pensé que no iba tan mal, jajaja...
Con mi compañero de equipo Aitor Fernandez que ya no
me abandonó desde que se puso a mi lado a correr.

Desde aquél momento en que se me apareció Aitor a mi lado, ya no fui ni un minuto más sola.  Me dijo que él iba a disfrutar de la carrera y que no quería apretar mucho pues no conocía el recorrido y no quería quemarse antes de tiempo, así que iría todo el rato conmigo.  Lo cual yo se lo agradecí de palabra y en mis pensamientos durante el resto de la carrera pues fue un apoyo muy grande e importante para mí durante todo el transcurso de la carrera.

Al pasar un vallado que había en el punto kilométrico 3,4, ya entramos por fin en pista de monte y tras una pequeña bajada de unos 650 m. empezamos una ascensión que nos llevaría desde el kilómetro 4,1 con 397m de altitud hasta el kilómetro 7 con 740m de altura, subiendo un pequeño tramo de uno de los cortafuegos que rodean al monte Eretza. A la altura del kilómetro 6,5 hubo otro avituallamiento de líquido y sólido, así que comí 3 trozos de plátano y mordisqueé 2/4 de naranjas a toda prisa y salí pitando de allí.
¡¡Qué suerte tuve de ir en compañía de Aitor Fernandez, todo optimismo!!

Luego nos desviamos hacia la izquierda por la pista forestal por la que se podía correr bastante bien.  Yo iba relativamente contenta porque hasta el momento, no sé si por casualidad o porque casi todo había sido ascensión, las rodillas apenas me dolían y eso me daba un poco de ánimo, aunque Aitor estaba todo el rato pendiente de mí y eso me daba bastante tranquilidad y confianza.
Transcurriendo a buen paso y con el apoyo incondicional de Aitor.

Después de dar un rodeo por las sendas marcadas volvimos a bajar una pequeña parte del mismo cortafuegos por el que habíamos subido para girar hacia la derecha y seguir serpenteando mientras descendíamos de altura, aunque alguna pequeña subida también hubo en ese mismo camino.  Pasamos un avituallamiento con líquido
Volviendo del cortafuegos con la alegría de encontrarme a mis amigos Iñaki, Pablo Daniel y otros más que estaban sacando fotos.
Cuando llegamos al kilómetro 13 aproximadamente, ya las piernas empezaban a notar el esfuerzo realizado con anterioridad y para colmo se me había metido una piedrita en mi zapatilla izquierda 2 kilómetros atrás que en las bajadas se me deslizaba hacia adelante haciendo que el dedo gordo de mi pié se pinchara continuamente con ella, lo cual era un incordio total.  A cada bajada que tocaba hacer el dolor era muy molesto y así aguanté hasta el tercer avituallamiento, justo antes de empezar el último repecho de camino hacia el monte Apuko (Ganeroitz), en el cual decidí deshacerme de la dichosa "chinita".   Así que le dije a mi compañero Aitor que se adelantase al avituallamiento que yo ése me lo iba a saltar para no perder tiempo, pues el desatarme la zapatilla con todo el barro que apelmazaba los nudos ya me iba a llevar bastante rato como para después pararme a beber y comer algo.

Así lo hice.  Me desaté la zapatilla con muchos nervios y tras pelear un rato con el nudo lleno de barro que había hecho como de pegamento, me descalcé y saqué la piedrita de marras.  Comprobé que no había nada más y me volví a calzar.  Pero como Aitor me estaba esperando en el avituallamiento todavía, me acerqué y comí plátano y naranja y bebí un poco apresuradamente.   Tanto, que casi me atraganto.  Y de repente me dice Aitor:  "¡¡Mira quienes están aquí!!" y yo con el agobio que tenía por el tiempo perdido más que las rodillas ya me habían empezado a pinchar con bastante insistencia, levanté la cabeza miré y vi a mis amigos Richard y su mujer Raquel que nos habían alcanzado, pero no sé porqué ni les saludé y salí pitando de allí como si me llevaran los demonios.   Sé que fue un gesto feo el que tuve con mis compañeros de equipo, pero es que en ese momento los nervios, dolores y ganas de acabar aquel suplicio de carrera que me estaba suponiendo un verdadero calvario no me dejó reaccionar.  Así que desde aquí les pido perdón de todo corazón, porque supongo que se quedarían un poco alucinados con mi actitud.  Pero pueden creerme que no fue con mala intención ni con intención de fastidiar, fue que estaba tan absorta en la carrera que no reaccioné.

Tras este desafortunado desplante por mi parte y sin ser consciente de lo que había hecho realmente, salí corriendo pensando en terminar la carrera cuanto antes mejor, ya que los dolores iban aumentando y al pisar con miedo sobrecargué mi pierna izquierda tanto por el vasto interior como exterior así como todo el glúteo izquierdo que lo tenía como contraturado y que me dolía bastante también.   Total, que iba ya con un desaguisado de cuerpo que me estaba dando terror pensar que todavía quedaba subir al Apuko y lo que era peor, bajarlo.
Encarando con relativas fuerzas la subida al Apuko.
Por fin, y tras una subida relativamente no muy pronunciada, pero que con el paso de los kilómetros recorridos y acumulados en las piernas se hacía bastante pesada, al cumplirse el kilómetro 18,9 llegué a la cima del Apuko con mi compañero Aitor que en ningún momento de la carrera dejó de animarme y de echar risas por el camino de lo bien que se lo estaba pasando.
Llegando a la cima del Apuko con mucha concentración.

Richard me pasó de largo en la última pala herbosa que llegaba a cima del Apuko y allí se paró un poco a esperar a Raquel que venía un poco más atrás. Entonces le saludé pero poco hablamos, la verdad.  Creo que en ese mismo instante fui consciente de lo que había hecho unos pocos kilómetros atrás y la verdad es que me sentí muy mal conmigo misma, pero aquel no era el momento para dar explicaciones.

En la cima del Apuko nos dieron de beber un poco de agua, que la verdad estaba bastante fría.  Y menos mal que había salido un día totalmente soleado desde primeras horas de la mañana, que si hubiese hecho nublado y con frío,  ¡¡a ver quién era el valiente que se bebía aquél agua!! jajajaja.....  Bebí apresuradamente y prácticamente de un trago el vaso que me ofrecieron y salí disparada diciéndole a Aitor que me iba adelantando porque esa bajada la temía más que a una vara verde, y sabía que la iba a hacer muy torpemente y despacio.  Así que salí corriendo por el lugar por el que había rodeado la cima en los entrenos y que estaba marcado con cintas rojas y blancas y de repente oí a uno de los voluntarios gritarme y decirme "¡¡por ahí noooooo!!" a lo que yo toda perpleja le dije "¿¡¿cómo que no?!?"   Entonces me dijeron que esa era la bajada de los participantes de las BTT, que era por otra zona que también estaba marcada más cercana al cortado de la cima del Apuko, así que me giré y fui para allí corriendo con unos dolores que para qué.

De ir a un ritmo de unos 8:40min/km en subida al Apuko, menos en un tramo que fui andando, pasé a un ritmo de bajada digno de un caracol, jajaja....Bajé a una velocidad de entre 11 y 19min/km.  Tenía más miedo que vergüenza a aquella pala de más de 45º de inclinación.  Bueno, esto lo digo a ojo de buen cubero, porque realmente no sé el grado de inclinación, pero a primera vista impresiona tanto desde arriba como desde abajo.

Aitor me pasó al de poco tiempo de empezar yo a bajar y a una de éstas, mientras yo no sabía ni hacia dónde tirar por la pala, me pasó mi amiga y compañera de equipo Raquel, que me dio ánimos al verme allí medio parada y con mucho miedo de coger velocidad sin querer y despeñarme ladera abajo.  Entonces levanté la cabeza y la animé, esta vez sí, con la poca fuerza que me quedaba para gritarla.   La verdad es que bajaba muy ágil y ligera y me alegré por ella.

Para cuando llegué abajo, a Aitor le había dado tiempo de sobra de descansar, estirar y hasta tumbarse con su amigo Richard en plan "charleta", jajajaj.... Pero como Raquel había bajado antes que yo, Richard ya no estaba en ese momento.

Bajaba con muchísimo dolor y pinchazos en las rodillas y me dio mucha rabia el verle a mi compañero de carrera allí parado, enfriándose por esperarme a mí y cuando llegué hasta donde él le dije que ya no hacía falta que me esperase más, que ya le había perjudicado bastante el ritmo por ir con él y que tirase hacia meta él solo porque yo ya no tenía casi fuerzas y seguramente que iba a tener que bajar más aún de ritmo hasta terminar la carrera.   Entonces me miró y me dijo: "¿Pero tú te crees que te he acompañado todo el camino para que a última hora vayas a ir sola?  De eso nada.  Hemos empezado juntos la carrera y la acabaremos juntos".   A lo que yo se lo agradecí con cierta timidez pues me sorprendió ese espíritu tan bonito de compañerismo que tuvo conmigo.

Los últimos tres kilómetros de carrera los hicimos a un ritmo relativamente bueno, pero entonces a Aitor se le empezó a subir un gemelo y se paró para estirarlo.  Yo me frené y le pregunté qué le pasaba y me lo explicó, pero me dijo que fuese tirando para adelante que enseguida me alcanzaba y yo como una tonta le hice caso en vez de quedarme con él.  Otro fallo que cometí.  No ser una buena compañera en aquél momento, después de todas las veces que me había esperado él a mí durante todo el recorrido.  Pero otra vez el agobio de querer acabar aquella pesadilla de carrera para mí y el no reaccionar a tiempo hizo que le hiciese caso y siguiera hacia adelante aunque a un ritmo algo más bajo pues tampoco quería ir sola ya para lo poco que quedaba de recorrido.  Dos o tres veces tuvo que parar mi compañero para estirar y seguido volverse a reenganchar conmigo.
¡¡Ya queda menos para llegar a meta!! A pesar de los dolores que llevábamos
ambos, la cara de felicidad de pensar que conseguiríamos acabar la carrera nos delata.
Al final y cuando ya entramos en los últimos 200 o 300 metros antes de llegar a meta, me torcí el tobillo izquierdo y me dije para mí misma que era lo que me faltaba para rematar la faena, jajaja....  Al final, entramos Aitor y yo juntos en la plaza del pueblo, nos miramos y le digo: "dame la mano Aitor" y entramos felices y triunfantes en la alfombra  naranja que nos daba la bienvenida. Con los aplausos de la gente y nuestros amigos Santy y Marta haciéndonos de fotógrafos en meta.
Emocionante momento de llegada a meta con Aitor.

Felicidad completa al llegar a la meta de Apuko Igoera.
La felicidad de haber acabado la carrera y no haber muerto en el intento hizo que me fundiera en un abrazo de sincera gratitud con mi amigo y grandísimo compañero de carrera, Aitor Fernandez, dándole las gracias por todo el apoyo incondicional que sentí y que tuve sin lugar a dudas, además de lograr acabar la carrera por debajo de las 3 horas, cosa que yo no imaginaba ni en el mejor de mis sueños que lograría.

Destrozada físicamente tras la carrera pero muy satisfecha y agradecida con mi compañero de competición Aitor, sin el que, sin duda alguna no hubiese logrado acabar la carrera ni en ese tiempo ni con la alegría que la acabé.  Así que, ¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS, AITOR!!!!  Ha sido un lujo ir contigo, compañero.

Luego vinieron a saludarme mis amigos Jon Millan e Ito Otsobakartia y otros más para felicitarme.

Luego, nos sacamos una foto en el "photocall" de Apuko Igoera y después nos reunimos con toda la manada de los Otsoak de Miribilla que estaban en el frontón.  Yo casi no podía hablar de la poca "chicha" que tenía, pero todos nos felicitaron a Aitor y a mí por el carrerón que hicímos y por esa entrada en meta tan bonita.
Agotados pero contentos de haber acabado y no haber muerto en el intento.


Otra foto con mis amigos Peio, Javi y Willy.

Aquí con mis simpáticos amigos Julen y Artiz.
Luego comí un poco de costilla, chorizo, macarrones y bebí una Coca-Cola, algunas fotos más, incluso con el speaker "Depa" para el recuerdo y poco a poco aquello se fue vaciando de gente.  Al final me quedé de las últimas y todavía me quedaba ducharme, así que fui a buscar mi mochila a la consigna donde la había dejado a primera hora de la mañana y me fui a duchar tranquilamente y a cambiarme de ropa.
Reponiendo fuerzas en Apuko Igoera.


Foto finish con mis compañeros de equipo y algún infiltrado, jajaja.... Pero todos bien avenidos, eh!


El maestro "Depa" también cayó en una foto, jajaja....
Cuando llegué al coche, me dí cuenta de que allí seguía la "famosa tarta de arroz con baño de chocolate" intacta y me dio mucha rabia, porque les había prometido a mis compañeros y amigos que la catarían ese día, pero al final no fue así.

Como final de esta crónica quiero dar las gracias a todas las personas que me animaron durante la carrera al reconocerme, a David y Vitrxo que estuvieron sacando fotos y a todos los miembros de Ertza Mendi Kluba Miribillako Otsoak, que estuvieron al pié del cañón dándolo todo en la carrera y a los que estuvieron pendientes del progreso de toda la manada.
Así quedaron mis zapas, jajajaja....



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