lunes, 21 de julio de 2025

MARCHA NOCTURNA DE MONTAÑA Y UNA APARICIÓN INQUIETANTE Y ATERRADORA EN EL MUNARRIKOLANDA. (19/7/2025)

Estamos en meses de fiestas en muchos pueblos y tras pasar las fiestas de San Pedro en Sopela, llegaron las de El Carmen en Larrabasterra.  Uno de los días bajé a sacar fotos al Toro de Fuego para continuar practicando todo lo aprendido en los dos cursos de fotografía que se han impartido en el Aula de Cultura de Kurtzio de Sopela.


Pero tras la finalización de dichas fiestas, en la siguiente hoja del cuadernillo que nos envió el Ayuntamiento a todas las casas, me llamó la atención una actividad que era la primera vez que la veía.  Era una marcha nocturna por el entorno natural de Sopela.  


Me lo pensé un par de días sopesando si estaría en mínimas condiciones físicas para hacerla.  La verdad es que me apetecía bastante la actividad aunque hace ya algún tiempo que no hago una caminata en condiciones.  Esperé hasta el último día para apuntarme según me encontrase de mis dolores crónicos, pero las ganas de hacer algo en grupo me pudieron y me apunté finalmente.

Llegó el día y bajé hasta la plaza Urgitxeta donde sería el punto de salida de la marcha.  Allí mismo hablando con el Club de Montaña de Munarrikolanda, me explicaron el recorrido a groso modo.  Pensé para mis adentros que tal vez había sido un poco osada al apuntarme, ya que he perdido en los últimos años la forma física y fondo que tenía hace unos 10-12 años.   Barajé la posibilidad de retirarme en el momento en que me fallasen las fuerzas o que viese peligrar mi integridad física si el terreno se ponía un poco complicado para mí.

Llegué con tiempo suficiente para pasar por el control de inscripción y poco después anunciaron por megafonía que la marcha se atrasaba 30 minutos para su comienzo para que fuese nocturna realmente.   Yo, aproveché para irme a una tienda de chuches a comprarme un paquetito de frutos secos por si las fuerzas me fallaban por el camino.  Agua para beber ya llevaba y otro elemento muy importante e imprescindible como era un frontal, también lo tenía.  Así que estuve haciendo tiempo por el entorno de la plaza Urgitxeta mientras calentaba y estiraba un poquito el tren inferior que iba a ser el que más sufriera.  Una foto antes de comenzar y otra en grupo que nos sacó un integrante del club de montaña organizador.



Llegó la hora y salimos un grupo de aproximadamente 150 personas a disfrutar de esta actividad nocturna. 

La primera parte consistía en ir hacia Berango por las zonas de huertas de Urko para llegar a la rotonda donde está la gasolinera Repsol, cerca de la zona comercial, y desde allí meternos por un caminito lateral a la carretera para poder subir al monte conocido como Seierri, donde se encuentra la Ikurriña que se ve desde Larrabasterra y Berango.  

Hasta allí, todo bien.  Mi cuerpo respondía al pequeño esfuerzo aunque iba sudando como un pollo, jajaja...   Tanto sudaba, sobre todo por la cara, que se me metía el sudor en los ojos y apenas veía con el escozor.

Una vez hecha esa pequeña cima y la foto correspondiente,  había que volver hacia atrás e ir por unos senderos que recorrían el cordal del Munarrikolanda dirección Unbe.

La ruta estaba muy bien balizada con cintas, flechas pintadas en el suelo e incluso tiras reflectantes para que cuando se hiciese de noche, se viesen con la iluminación de los frontales.  La verdad, es que era muy difícil despistarse o equivocarse de camino.  También había voluntarios en algunos cruces que podrían dar lugar a confusión, por si las moscas.  Vamos, una gozada poder ir tan relajada mientras disfrutaba del paisaje según iba ascendiendo por el monte.

En un momento dado, nos cruzábamos los que íbamos hacia la cima y buzón del Munarrikolanda, con los que ya volvían de ella. 

En algunos tramos, había que usar los bastones para subir ya que el desnivel se ponía "alegre".  También hubo algunas bajadas en las que utilicé los bastones para no desmorrarme monte abajo, jajaja...  Es que estoy un poco bastante torpe.

Observé con sorpresa que no reconocía casi nada de por donde hace más de 10 años entrenaba corriendo.  Había grandes caminos, de la anchura de carril y medio para vehículos y aún quedaban restos muy visibles del incendio que asoló gran parte del monte a finales del año 2015.  Por momentos me embargaba una melancolía de recordar aquellos tiempos en los que le daba bien a la zapatilla.

Encontré un hito con un tumulto esculpido y en el que ponía "Munarri Abesbatza" y  "Ortzadar".  La verdad es que no lo había visto antes y me llamó la atención al verlo junto al sendero.


Un poco más adelante encontré el poste geodésico de la cima del Munarrikolanda y su buzón, aunque tampoco estaba como yo lo recordaba antaño.  Apareció junto al camino en vez en un rellano más apartado.  También eso me desconcertó un poco y me entristeció.  Le pedí a una amable chica que me hiciese una foto para el recuerdo, ya que creo que no voy a volver allí en mucho tiempo.

La noche se iba abriendo paso por el entorno y en un momento dado, más o menos en el kilómetro 5, opté por encender mi frontal para evitar tropezar con piedras, zarzas, raíces sobresalientes y cualquier otro elemento que me hiciese caer.

Ahora es cuando se ponía la cosa más interesante y entretenida.  Lo que no sabía yo es que en la ruta de descenso del Munarrikolanda iba a tener una sorpresa en forma de aparición extraña y tenebrosa.

Pasaba ya el kilómetro 7 de la marcha cuando me di cuenta de que detrás mía no venía nadie, aunque sabía que había marchistas que iban con niños y niñas un buen tramo tras de mí.  Yo, me uní a una pareja de jóvenes que iban a buen ritmo y claro, no los quería perder de vista porque delante de ellos, tampoco se atisbaban luces de frontales, y como mi frontal era tan potente, les iluminaba a ellos el camino también. 


Tras pasar a otro voluntario de la marcha que iba perfectamente pertrechado con su chaleco reflectante, frontal y demás, sentía esa seguridad que necesitaba para andar de noche por el monte.  Pero a unos 400 metros del último voluntario, en un lateral del camino, vi por el rabillo del ojo un bulto que al girar la cabeza para ver qué es lo que era, me llevé una gran impresión al ver a un hombre de unos 30-35 años agachado de cuclillas, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, con los brazos sobre las rodillas y con unas varas a sus pies.  

Recreación de lo que vi.

Bueno, quise pensar que eran unas varas y no algún arma, la verdad.   Le dije "hola" y no me contestó.  Era como un "ente" del bosque que vagaba por allí a saber desde hace cuánto tiempo.

Apreté el paso y mi cuerpo se puso en tensión máxima al pensar ¿Quién podría ser?; ¿por qué estaba allí?; ¿Qué intenciones tenía? y un largo etc. de preguntas sin respuestas.

La sensación de seguridad que tenía unos pocos metros atrás se había diluido como por arte de magia y no quería ni mirar hacia atrás para ver si venía detrás nuestro.  ¡¡Qué mal rollo tenía en mi cabeza!!

Total, que continué la marcha a todo el ritmo ligero que pude hasta descender de nuevo por el monte que da a la parte trasera del Polideportivo de Urko y al final ya conseguí acabarla.  

Al llegar a la plaza Urgitxeta, me tomé un chocolate con un par de bizcochos y agua para que no se me reseque la boca.  Luego estuve charlando con un amigo y antiguo compañero del Itxartu Mendigozalea Taldea.


Más tarde, vi ver llegar a los voluntarios con todas las cintas de las marcas recogidas, y me preguntaron a ver qué tal me lo había pasado.  Yo les dije que muy bien, que estaba todo muy bien balizado y tal.  Les comenté la persona extraña a la que había visto en el monte y me dijeron si tenía como vestimenta un chándal gris. A lo que les respondí afirmativamente.  Me dijeron que ya sabían quién era. Que andaba por allí siempre.

Después de tener esta confirmación, ya me quedó claro que no voy a volver a ese monte, al menos sola.  ¡¡Y menos de noche!!

Algunos datos de la marcha que hice según mi GPS.


Y hasta aquí mi última batallita para el recuerdo.  ¡Perdón por la chapa! 😅